Fotografías tomadas por Roberto G. Contreras bajo autorización de Centro de Cultura Casa Lamm.
El arte vive entre las emociones y la sensibilidad de los artistas que deciden comunicar esas emociones. ¿Pero qué pasa cuando las emociones se mezclan con la fe del público que observa a través de los sentidos una obra de arte? En ese sentido y en el cruce de esas realidades se encuentra la exposición titulada: “Estratos del arte – in memoriam Carla Hernández Esquivel“, que muestra la obra reciente del artista Rafael Cauduro, dentro de una de las salas de exposición de Casa Lamm.

No podemos pensar que la estética del arte siempre evoque emociones ligeras y suaves, así no es Rafael Cauduro, al contrario, el arte de Rafael es duro, agresivo, fuerte y listo para saltar como una fiera sobre de las emociones y las heridas del alma, con tal de comunicar su visión del mundo y de la sociedad.
El miedo a la muerte se convierte en vida creadora, creadora de caminos, creadora de nuevos modos y métodos, de señales llenas de claroscuros y de muestras de deterioro social, cargadas de aspectos efímeros y eróticos, manifestados en simbolismos de los aspectos de la cultura contemporánea, pero también del imaginario del artista, donde se disuelve esa delgada línea entre el mito y la realidad, para entregar y revolver sentimientos en los espectadores.
Esta exposición cobra además mayor melancolía, por ser recordada la también artista Carla Hernández Esquivel? quien falleciera en el mes de septiembre del año pasado y que trabajara de manera muy estrecha con Rafael como jefa y socia dentro del Taller Cauduro, además que sus palabras formaron al texto crítico que acompaña esta exposición y que puede ser leída y apreciada a la entrada de la misma.
Son precisamente las palabras de Carla las que nos permiten entender qué tipo de artista es Rafael Cauduro, tal y como se lee en este texto crítico: “[…] no es hiperrealista, no es foto realismo; para algunos son proyecciones, para otros realismo mágico. Yo lo consideraría una isla; la materia es su vehículo, con la materia nos engaña, miente” (Hernández Esquivel, 2017), pero no es que engañe o mienta, para Cauduro no es tan importante el “qué” en el mensaje como lo es el “como”, es la verdad que se encierra en el simbolismo, una verdad que no llega a la simple vista, sino que se alcanza a través de encerrarse dentro de la obra misma, con sus personajes, con sus emociones, con aquellas texturas, luces y sombras que envuelven el dibujo, la pintura y la deconstrucción de los materiales.

La crítica se encuentra siempre presente dentro de la exposición, la manera como nos encontramos rodeados de objetos de consumo, de creaciones humanas y, a pesar de ello, seguimos padeciendo frío y hambre, nos encontramos despojados dentro de un mar de cosas. Los objetos de lujo dejan de ser lujo para mostrarse como pobreza y despojos.
La belleza se muestra como parte de una ilusión, de fantasmas que comparten el mismo espacio con la materia, con las personas y con la belleza y la ternura, con espacios de muchas dimensiones que rompen los esquemas de la física para elevarse a otros universos. Podemos ver como en las estructuras de muros simulados se rompen en expresiones chocantes las que deberían ser dulzura e inocencia, pero ¿por qué deberían ser así? ¿Por qué la sociedad nos muestra en aras de la estética modelos de ternura cuando la realidad es siempre más cruda? Quizás esas imaginaciones son los verdaderos reflejos de la sociedad actual, llena de pasiones no siempre bien aprovechadas.
Podemos ver ángeles por doquier, pero envueltos siempre en algo más, en emociones, en violencia, en dolor o angustia, sorprendidos por la realidad y capturados en el momento menos adecuado, pero más verdadero y más crudo dentro de cada subjetividad. Podemos ver víctimas de las emociones propias y ajenas, rupturas de la intimidad, donde las miradas nos ponen entre la perversión y la inocencia de escenas.

Cauduro nos muestra juegos donde se superponen unas escenas sobre de otras, como si una obra fueran dos o más que se mezclan entre sus límites temáticos y emotivos, con miradas y gestos, con movimientos que transitan de forma tan rápida que tuvieron que fundirse en uno sólo, porque no alcanzaron a separarse, no, ya no alcanzó en este universo a cumplirse la ley que dice que dos objetos no pueden compartir el mismo espacio al mismo tiempo, aquí todo vale en la posibilidad de la imaginación del artista.
El tabique rojo nos crea el ambiente de continuidad entre los espacios, sabemos que hay edificios, casas, con historias fuera de los espacios lujosos, no son las casas bellamente pintadas, ni las fachadas que relucen con el sol, solamente se mantiene una atmósfera de contaminación, de gran urbe y de vida en arrabales. Trenes y vagones de hierro oxidado, con pinturas, publicidad y afiches que dejan el mensaje de la sociedad moderna y del consumismo feroz.
Es muy difícil entender esta obra sin sentir en la piel la necesidad de asomarse a ver en los cuadros, ver si las texturas son reales o son parte de la pintura, de querer acercarse a oler la pintura que parece que dará el aroma de la piel ajena o de la suciedad, o sentir que el cuerpo se nos pueda llenar de polvo, herrumbre o simplemente tratar de encontrar el ángulo de luz que crea las sombras dentro de las escenas, por eso, los invitamos a que se acerquen a la sala de exhibición de la planta alta del Centro de Cultura Casa Lamm, ubicada en plena colonia Roma de la Ciudad de México, la dirección, Avenida Álvaro Obregón número 99, colonia Roma, delegación Cuauhtémoc, Ciudad de México. La exposición permanece desde el sábado 25 de noviembre hasta el próximo 10 de enero de 2018.
Referencias
Hernández Esquivel, C. (2017). Rafael Cauduro, un hueso duro de roer. En E. Lamm, Rafael Cauduro. Estratos del Arte, obra reciente (Catálogo de la exposición) (Primera ed., pág. 10). Ciudad de México, Ciudad de México, México: Editorial Lamm. Recuperado el 25 de Noviembre de 2017, de http://www.galeriacasalamm.com.mx/catalogo_virtual/rcauduro_nov2017/index.html