Fotografías tomadas por Roberto G. Contreras bajo autorización de Galería Casa Lamm.
Guillermo Pons es un artista con inspiración viajera, con sentimiento trazado en los paisajes de Oaxaca y guiado por el viento marino de los recuerdos paternos, consiente de los contrastes y de las texturas que narran la mística oaxaqueña y el viento sobre de los cuerpos acuíferos. Eso es lo que nos obsequia a la vista la exposición de Guillermo Pons, «Reflejos a Barlovento», la cual se encuentra en la galería planta alta de Galería Casa Lamm.
Heredero de una tradición viajera, Guillermo Pons absorbió el amor por el mar y los sitios distantes de parte de su padre, un viajero de ascendencia española quien, a través de los relatos de sus experiencias, dejó nacer en su hijo aquella inquietud por llegar lejos, al principio con las alas de su imaginación de infante, después con las alas que la pintura le ha dado, arte que le llevó a los ojos de un gran público que admira sus obras.
Su exposición «Reflejos de Barlovento» posee una estética particular, resaltando los horizontes y dejando el papel protagónico a la naturaleza, a las montañas, los árboles y los agaves, pero conectando cada pieza por un cúmulo de agua, un espejo que transmite al mismo tiempo las ensoñaciones del paisaje y, las texturas otorgadas por el viento, aquel «Barlovento», término marino que señala la dirección del viento dominante, pero que vemos ahora sobre tierra transmitido por el agua de cada uno de sus cuadros.
Las líneas nos muestran las distintas perspectivas del horizonte, llevándonos por las montañas nevadas, llenas de pastos verdes, por el ocre de los pastizales en otoño, llenos de bruma y de árboles en primer plano que nos señalan en el rojo sangre de sus hojas, que el viento pronto se las arrebatará y que la tierra perderá el calor del verano.
El horizonte y el agua nos siguen guiando por el paisaje, lleno de tonos azules y púrpuras, con los árboles y montañas llenos del invierno oaxaqueño, con los pequeños oleajes en el agua que nos transmiten el viento helado, pero que nos ha dejado algunos matorrales verdes, con la esperanza de una nueva primavera, misma que llega a continuación con el árbol con sus hojas de color del sol, mostrándonos la escena de Guayacán del Valle, con agaves que absorben la vida de la orilla del río en el que se reflejan.
Es aquella pasión de los colores que se funden en el espejo acuoso, del pasto verde y amarillo del verano, haciendo que el rojo de las hojas de otro árbol nos encienda la pasión, no importa si de forma fugaz o no, lo que importa es la sensación que impregna a través de los ojos, de forma tan vivaz como el fuego mismo, aquel fuego que consume todo y que hace hervir el agua dentro de una piscina infinita natural, que deja la sensación de invadir el baño e intimidad de la montaña, junto a la desnudez de un árbol que ha perdido su verde manto.
A donde sea que miremos, sabemos que estamos en comunión con la naturaleza y sus historias. Cada paisaje es tan parecido y único que, es como si Guillermo Pons nos hubiera trasladado en sueños a respirar la brisa del agua, aquel viento lleno de aromas a pasto, a montañas y a tierra, como si en el silencio de la galería, pudiéramos escuchar el sonido de las hojas de los árboles, mecidas por el aire junto al ruido del agua que avanza lentamente por la orilla y por encima de las piedras.
Se dice que el agua y el aceite no se mezclan, pero en la tela y el lino de Pons se funden en un largo beso, tan largo como el horizonte de sus cuadros, donde el óleo se ha vuelto agua congelada en el tiempo, dejando su espejo para que los árboles sean retratados por el pincel de Pons, mientras se peinan las hojas con los dedos que les proporciona el viento.
La naturaleza se mueve a través de los diferentes planos que divide Pons utilizando el recurso de las líneas del río, de la tierra y del horizonte, dejando como fondo las montañas de Oaxaca y en protagónico su vegetación, plantas, árboles, agaves y piñas, campos de pasto o de cultivo de maíz, hojas desde el más profundo verde, hasta el más gélido azul, con la luz del amarillo solar o del rojo fuego pasional, con nubes ligeras movidas por el viento, actor siempre presente junto con el agua y los horizontes de Oaxaca.
Esta exposición permanecerá en la galería de la planta alta de Galería Casa Lamm hasta el 7 de marzo de 2018, la ubicación, Álvaro Obregón No. 99, colonia Roma en la delegación Cuauhtémoc de la Ciudad de México en los horarios de la galería, para más información en la página de Galería Casa Lamm.
One thought on “Exposición Reflejos a Barlovento de Guillermo Pons”