Para apreciar el arte no se necesitan estudios; el sentimiento y la apreciación estética que cada persona le da a las obras artísticas no está relacionado con su nivel cultural, socioeconómico ni intelectual. Claro que para conocer de arte, tendencias artísticas, técnicas de pintura y la historia del arte, para esto sí se requiere tener estudios especializados del tema, más aún si lo que se quiere es poder valuar una obra artística o bien ser perito de la materia.
Hay una frase muy conmemorativa en la película de “Mujer Bonita” en donde el protagonista le dice a su contraparte femenina que en la ópera la primera impresión lo es todo, o se ama a la ópera o jamás se apreciara de la manera correcta. Con el arte es prácticamente la misma situación, para apreciar el arte lo único que se requiere es tener una determinada afinidad sensorial que no muchos pueden tener, pero para saber de arte se requieren conocimientos.
Hay un gran número de cursos y libros para poder apreciar el arte y muchos de estos, o bien, la mayoría de estos cursos son excelentes para adquirir los conocimientos en torno al arte, para aprender que significa la firma a la izquierda de una obra, a la derecha, o que representa un desnudo en un segundo plano, etc., pero para sentir el arte solo basta con ir a un museo, sin conocimientos algunos y sentir las obras que se están viendo.
Ahora bien, si queremos apreciar el arte desde un contexto más intelectual, si es necesario tener toda una educación en la materia, contar con una vasta librería y desarrollarse en el medio en el que se desarrolla el arte, ir a subastas, exposiciones, seminarios, diplomados, etc.
Todo en este mundo es arte, todo a nuestro alrededor, objetos, animales, plantas, cielo, tierra, e incluso situaciones, todo absolutamente todo es arte pero no todos podemos tener esa sensibilidad para entenderlo como tal y apreciarlo como tal, pero muchos artistas tienen esa sensibilidad de ver obras de arte en vasos de limosna, en paletas, en plástico, en hojas de papel con una mancha de agua, en las hojas de los árboles cuando caen una tarde de otoño, en las gotas de lluvia o de la misma regadera, en la taza humeante de un café acabado de servir, etc. Todo esto es lo que nos diferencia a muchos de nosotros de los artistas; esa sensibilidad que ellos tienen para ver arte en todo lo que nos rodea y nosotros, que solo podemos apreciarlo cuando ya está expresando la “creatividad” de otras personas.